Sé como te sentías, entiendo perfectamente lo que te llevo a no despedirte y hacerlo...
No te juzgo porque fácilmente pude haber sido yo, y no te culpo por irte...
Espero que las personas no crean que fue la salida fácil, sé cuánto luchaste con tu diagnostico y con tus demonios...
Los enfrentaste como un luchador, no perdiste, sólo te agotaste, sé que no soportaste más viviendo con un dolor y una tristeza que sentiste que te supero...
No, no te culpo, te entiendo y más que entenderte lo he vivido, y se que pensaste que así descansarías...
Recordaré los pocos momentos que compartimos, siempre me pareciste alguien increible, con una dulce sonrisa y una mirada que ocultaba más de un dolor...
Hoy te damos un hasta luego, y sabemos que ahora descansas en los brazos de Dios donde el dolor y el sufrimiento no existe...
Te extrañaremos y te querremos siempre.
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