Le pedí a mi ángel de la guarda que no quisiera besarte, le rogue a dios que no me abrazarás tan fuerte a tu pecho, le pedí a mis hombrs que no se levantarán cuando con cualquier disculpa mi chaqueta se derritió por mi espalda...
le rogué a mis labios que no disfrutarán esos besos tan invisibles, le súplique a esa poeta loca y astronauta que no se ilusionará y que nisiquiera encontrará un gusto minímo por la idea de ti.
Quise dejar todo y simplemente abandonar ese momento, ese tiempo; pero esa pequeña parte de mi consciencia, tenía que luchar con mis ganas de descubrir que podía pasar, de saber (de nuevo) que tan fuerte era mi alma para soportar otro adiós.
Tú queriendo ver mis marcas y tatuajes, yo queriendo descubrir quien eres.
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