Mi creencia

 Y me postré de rodillas, y le supliqué a Dios que guiará mi camino, le pedí que me enseñara qué decisiones tomar, rogué por señales, y le ofrecí mi vida, alma, mi corazón y mi camino... 

Solo escuché silencio, un silencio ensordecedor; volví a hablarle, lloré pidiéndole una señal, la que fuera, algo que pudiera sacarme del infierno que yo misma cabe, le pedí que me sacará de aquí, o que por lo menos me diera un respiro de esta vida que se convirtió en una muerte. Solo escuché silencio, pero este silencio me decía “María descansa, mañana será otro día”; y me di cuenta que mi vida ha estado llena de señales que no comprendo, Dios me ha guiado siempre, nunca me ha abandonado, todo lo que ha pasado son enseñanzas que me niego a aceptar y por eso se siguen repitiendo situaciones, errores, dolores; Dios no necesita que yo le ofrezca mi vida entera, ya es suya... 

Podré tener temor de dar una opinión muy alejada de la teología conservadora? Podré arriesgarme al odio y negación de alguno de mis lectores? Como dijo San Juan o lo segundo “sí Dios tuviese que tomar forma humana sería una mujer, una madre” Más allá de todo y de todos, confío plenamente en su misericordia, confío que sabe por todo lo que pasé, estoy pasando y pasaré. Porque conocer mi sangre derrama, el agua salada que del mar pudo traer hasta mis lagrimales, porque me bendijo con el color del mar y del cielo en mis iris promoviendo así tantos falsos halagos y mi gran sorpresa al comprender tanta magia en ellos.

Cómo negar que mi Dios es una madre que me ama, me ha salvado infinidad de veces del asomo de la muerte, pero ese es MI Dios, no puedo hablar por la fe de los demás. 

Es quien escucha mi llamado de ayuda cuando siento que todo ha caído, quien sigue a mi lado cuando ya nadie está, solo Dios sabe lo que callan mis labios. 

Este escrito no es para generar fanatismo, o contracorrientes religiosas, es para agradecer a quien me ha permitido tener el “don” de poder plasmar en letras lo que el alma se atora. 

Y me postré de rodillas y de nuevo lloré pidiendo perdón por no ver claramente el camino que me está señalando después de tantos años, lloré porque hace mucho no sentía esto, y aunque ya no se dará me invade la alegría de saber que aún no he muerto.






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