la segunda roca

no se por donde empezar en esta noche londinense, de niebla y rumores, tal vez no fui precisa en decir lo que quiero, tal vez las manías se convirtieron en un siglo sin la ausencia del peligro... él no sabía a lo que lo llevaba, murió engañado por un espejismo de lo que él quería ver en mi, y lo que yo lo hacía creer de lo que quería escuchar, pero mi cabeza sólo daban vueltas los insultos ya recibidos en una ocasión anterior, similar al robo de un corazón de las manos de otra... nunca lo vio venir, no sabría describirlo, no sabría determinar que calidad se adecuo a mi cuerpo, que animal arrasó con mi alma para que él tuviera que sentirme tan aferrada a su cuerpo, no puedo permitir que la historia se repita, no puedo tropezar sin aprender, sin aprehender; porque son dos verbos diferentes el uno se trata de saber que ya paso y entender que no se debe realizar, y el otro de adoptar medidas para evitarlo, pero él me hace no querer pensar, no querer dejar de desearlo... maldita perra, pies en la tierra, cabeza en las nubes, ojos de flores, y labios de buitre... nadie lo tiene todo, y tu, pobre desdichada vivirás con la maldición de ser una segunda roca en la vida de todos.

Comentarios